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37 El rey, entonces, le preguntó a Heliodoro a quién podría enviar de nuevo a Jerusalén, y él respondió: 38 «Si Su Majestad tiene algún enemigo o uno que conspire contra su gobierno, envíelo allá, y si logra sobrevivir, volverá a Su Majestad despedazado por los azotes, pues ciertamente en ese lugar hay un poder divino. 39 El que vive en el cielo vela sobre ese lugar y lo protege; a los que van allí con malas intenciones, los golpea y los hace morir.»

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